Plantilla OK Eleiz-Alde: septiembre 2006

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sábado, septiembre 23, 2006

Impresiones de la Salida al Valle de Sedano

17-06-06. 8:00

Salida

No hay rayo que la gris mañana anime,
que en luz resuelva el negro pavimento,
que borre del semblante el desaliento
y que estimule a quien la sombra oprime.

El ánimo atacado se deprime.
La esperanza, perdido el alimento,
se torna, fatalmente, en descontento
que al porvenir negro color imprime.

Pues lo que día primaveral debía
ser, lluvia insistente era, plomizo cielo
que junio en gris noviembre convertía,

que, la moral del grupo por el suelo,
la ilusión necesaria deshacía,
tornando la alegría en triste duelo.


Camino de Villarcayo

En tanto el autobús con choferesa
se ve de las tinieblas redimido,
ya en torno a Villarcayo,
de entre las nubes van surgiendo claros
que desvanecen la melancolía.

Del silencio, de cuando en cuando roto,
destacan perceptibles expresiones
cada vez más frecuentes
que atisban el deseo mal reprimido
de que aún sea posible un bello día.

Y es que el grupo comienza a despertarse,
el murmullo ostensible se dispara,
inundando el ambiente,
las risas y las bromas aparecen
y con ellas renace la alegría.


El desayuno

La feliz conjunción dulce-salado,
cafés diversos, agua y algún vino
terminan de templar
el ya dispuesto ánimo del grupo,
que se lanza en pos del plan previsto.


El puerto de las Mazorras

La choferesa enfila las Mazorras,
obra viva en todo su trayecto,
que, enseguida, culmina felizmente.

A la vista el val de Valdivielso.
Se puede vislumbrar algún castillo,
que a la Vieja Castilla nos traslada,
evocando refriegas fronterizas
abundantes por estas merindades.
Las épicas contiendas medievales
están en el origen de estos reinos.

El puerto culminado y es el páramo
del pasto, el matorral y las encinas
por los largos inviernos consumidas.
Es el poder del frío, poblado de mojones
que marcan el camino cuando hay nieve.

Pero es junio y el sol majestuoso
en la estación correcta nos sitúa.


Primera visita: dolmen de El Moreco

Una cierta sorpresa se percibe
en el grupo cuando al lugar se acerca.

Un recinto vallado delimita
un túmulo de cantos rodeado,
un pequeño camino
de formidables lanchas flanqueado
(cada una más alta que la otra
dando forma al perfil
de la base a la cima del montón)
conduce a un ruedo
de piedras verticales rodeado.

El techado del fondo del camino
con enormes dinteles
sugiere claramente lo que falta
y lo que fue el recinto así formado.

Su aparente simplicidad no oculta
el monumental conjunto construido:
obra ingente de un hombre caminando
entre la geometría, el mito
y los misterios, de la vida a la muerte,
que acogería el túmulo sagrado.

A resguardo de vivos y alimañas,
ese espacio sagrado, lo fundiría,
desde la plenitud de lo intangible,
con la Naturaleza protectora.


Segunda visita: dólmen de Las Arnillas

El camino

El camino todo era Primavera,
fugaz, si fiel, amante de La Lora,
que enriquece el panal, fecunda flora,
que abeja laboriosa construyera.

Si meta declarada el dolmen era,
el alma de aquel valle sonriente
contaminó la nuestra de un ferviente
deseo de gozo, pues tanto fuera

brillante sol o brisa lisonjera,
arbusto, mata, rana croadora
cérvido saltarín, dudosa fiera,

ave feliz de condición canora
o hilo de agua que breve apareciera
la vida sonreía dondequiera.


Dolmen

Remota
Arquitectura,
mítica Geometría,
derivada del círculo sagrado,
que muestra a un hombre que entiende
la unión, que el túmulo establece, entre la vida y la muerte.


Hacia el románico

El trayecto

Bajando por Gredilla,
la del estrecho paso
que dificulta el nuestro,
camino de Sedano,
señorial y frondoso,
vamos a Moradillo.


Moradillo

Destaca en estos valles la dimensión humana
de los frondosos huertos de selectas verduras,
de los próximos montes de pendientes laderas
cuyos bosques conservan su plenitud primera,
de los ríos de cristal que fecundan la tierra,
que modelan el mundo y refrescan la vida,
de las ricas iglesias de arquivoltas talladas,
que se muestran al mundo por encima del valle,
con historias que ilustran la fe del pueblo llano,
visible en la penumbra de románicas naves
de capiteles ricos en diseños diversos.

Moradillo, obediente al citado modelo,
también tiene sus huertos, sus pendientes laderas,
su cristalino río y su iglesia somera
de románicas formas, planificado todo
a la exacta medida del hombre que lo habita.


Carmen
(Ama de llaves de la Iglesia de Moradillo)

Es la edad de la carne como piedra
a la intemperie, que, incapaz, tolera
la voluntad de estar, como la hiedra.

Bastión de carne-piedra, verdadera
vida, contra la muerte, resistiendo
enhiesta ante la soledad postrera.

Resumen de lo ancestral que, viviendo
en el tiempo de piedra, se asemeja
a la terne caliza resistiendo.

Guardiana fiel, es llave de la reja,
del pasado glorioso en piedra escrito,
sentido de una vida que corteja,
amante, al tiempo para sí infinito.


La comida

De vuelta por Sedano hacia Gredilla,
la ya mentada del estrecho paso,
que dócil ya el nuestro facilita,
buscamos el lugar que, sabiamente,
habían elegido, quienes mejor podían,
conocedores que son, no sólo del lugar,
sino del grupo, cuyos gustos comparten.

Allí, deshecho el grupo en otros varios,
en división que multiplica el gozo,
compartimos nuestras caseras viandas,
cuerpo y sangre de la amistad divina,
que en comunión comemos y bebemos
en soleada, bucólica, terraza
protegida y abierta al mismo tiempo.

La conjunción de tales atractivos
consumen sin sentir la sobremesa.

Seguir el plan previsto es necesario,
es preciso marchar.


Covanera

Junto al Rudrón, generador de estratos
que, omnipresentes, hacen el paisaje,
miden el tiempo y marcan lo profundo
del frondoso refugio que lo acoge,
firme como la piedra que lo informa,
en diálogo paciente con su entorno,
hogar de la quietud y de la paz,
el pueblo permanece y se recoge.

El geológico, líquido, misterio
que esconde cauteloso el “Pozo azul”
completa la telúrica presencia,
sustancia capital de estos paisajes,
del agua que penetra la caliza.


En Sedano

Cicerone selecta y entusiasta
nos conduce, al final del primer día,
a un centro al efecto preparado
para documentar todo lo visto.

El aula muestra información precisa
de lo que de interés la zona ofrece
de los neolíticos remotos tiempos
en didáctica forma organizado.

Allí todo lo que conoce explaya
con tanta intensidad como lo siente
despertando interés por una tierra
que se nota que ama intensamente.

Para cerrar los actos de ese día
entre queso y morcillas de la tierra
de paladar sublime y justa fama
recalamos en la carnicería.

Coronando todas las emociones
la despedida, aunque anunciada, dura,
de los antes citados cicerones
nos amohinó camino de Montorio.


Montorio

Abandonamos los jugosos verdes
en pos de la Castilla cereal
y pronto se evidencia ese detalle:
por Masa hacia Montorio caminamos.

Es el lugar, en donde dormiremos,
el dominio del ocre cuyos tonos
colorean extensos panoramas
conformados por campos ondulados.

Llegamos, el crepúsculo mediado,
al hotel preparado previamente.
El momento depara una sorpresa:
amigos entrañables nos visitan.

Aunque todos lo hubiéramos deseado
no pudo ser que aquellos se quedaran.
Contrariados por la inmediata marcha
nos preparamos para tomar la cena.

El comedor es el lugar perfecto,
al margen del calibre de las viandas,
para poner a punto la alegría
compartiendo gozosos el momento.

Tras la broma al efecto preparada,
que termina con copas para todos,
en la profunda pista, bailoteamos
hasta agotar las ya exiguas fuerzas.

A pesar de la hora y del desgaste
por todo lo vivido y lo bailado
hay gente que conserva suficientes
para seguir un rato más la juerga.


18-06-06. 9:30

En marcha

En un breve paseo hasta la iglesia,
con la luz y el frescor de la mañana,
disfrutamos del tiempo que nos queda
para el reconfortante desayuno.

Concluye éste con la armonía prevista
y una vez los efectos preparados
y el autobús dispuesto, retomamos
el camino para el segundo día.

Solo queda un detalle reseñable:
un grupo, que en familia se despide,
se encamina por otros derroteros,
el afecto se nota en el ambiente.


Hacia el Cañon del Ebro

Volvemos por Sedano a Covanera
y por Valdelateja a los cañones.

El camino desciende por un tajo
de paredes abruptas
e imposibles perfiles
perforadas por negros agujeros,
hijos del agua,
fortaleza caliza vigilada
por águilas y buitres
desde sus encrespadas atalayas.

La serpiente fluvial,
desde el origen,
transita, persistente, por su base
dibujando continuas variaciones.

El recorrido,
que salta, de los fondos umbríos,
por donde el agua fluye,
a los páramos secos del matorro,
nos somete a su alocado ritmo.

Desde lo alto,
se divisa la marca hecha de tiempo,
en toda su geológica grandeza,
con las vísceras presas por el vértigo
y los ojos ahítos de paisaje.

Siguiendo por el páramo
la Pesquera de casas blasonadas
en tiempos más gloriosos
nos recibe con el sol en el cenit.
Salva el paso del Ebro un recio puente,
razón más que probable
de los ya sugeridos esplendores.

De vuelta, luego, al profundo tajo,
un sinuoso camino junto al río
repleto de cambiantes panoramas,
nos conduce a Orbaneja del Castillo,
que concentra,
en solar imposible,
propuestas de agua y piedra
presentes por doquier en el cañón.

Escalando por su borde la cascada,
murallones al frente y a la espalda,
contemplamos las varias perspectivas
que propone el romántico paseo.
Al que llega a la altura del castillo,
el pueblo en su conjunto,
se le ofrece sumiso.

El descenso, rústicas callejuelas,
nos lleva por recónditos rincones
al encuentro del grupo.

La visita concluye
con el cañón clavado en nuestra alma.


Balneario de Corconte

Aguas arriba, al borde del pantano,
el viejo Balneario de Corconte
con aires de grandeza en sus perfiles
nos recibe para el aperitivo.

Una sombra, que todo lo envejece,
nos traslada en el tiempo hasta hace un siglo
cuando estos espacios acogían
un mundo refinado y achacoso.

Sus pasillos, salones, miradores...
rezuman referencias a un pasado
que se resiste a desaparecer
víctima del consumo deificado.

Mirando al sur, un vino y aceitunas
y la luz matutina destellando
en la húmeda planicie del pantano
sosiegan de inmediato las tensiones

El balneario, cerrado a los curiosos,
un abismo de vapores salubres,
de saunas y de baños de aguas caldas
parece que aún mantiene sus poderes.

Algo de allí atrae hacia un mundo
del que estos son los últimos refugios
cuando el cuerpo ya anuncia suavemente
futuras dolorosas sensaciones.


Comida

Evocar la comida de Corconte,
un don de los fogones de Conchita
a la par suculento y abundante,
es volver a la imagen entrañable
del disfrute tranquilo, en armonía,
de la excursión a punto de acabar.

La suave pendiente hacia el pantano
nos sugiere un paseo delicioso
finalmente bañado por la niebla
que, ejerciendo de dioses inclementes,
súbitamente, en grandes oleadas,
los cantábricos montes nos disparan.

La hora del regreso se avecina
el autobús para Bilbao ya espera.


La vuelta

Aún hay que anotar un abandono
de Villarcayo en las inmediaciones
con el grupo sumido en los sopores
consecuencia de tantas emociones
soportadas en tan intensas horas.

Los citados narcóticos efectos
adormecen a todos menos uno
que, inasequible al sueño,
más allá de los límites humanos,
toma el control del grupo
y echando a sus espaldas portentosas
el peso de tamaño panorama,
mantiene el tono, entre bromas y chistes,
hasta que la suave choferesa,
con delicado tino,
nos devuelve a Santuchu.

Dedicado afectuosamente a todos y cada uno de los componentes el grupo Eleiz-Alde, estos versos quieren ser una sentida evocación de aquel hermoso viaje.

Bilbao 28 de agosto de 2006

Manuel Martín Garzón


Tus amigos del Grupo, te agradecemos infinitamente el cariño y dedicación que pones en tus versos y que nos sirven como recordatorio de nuestra amistad. Gracias Manolo.

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